El síndrome de Diógenes es una enfermedad de la mente por la cual el apestado acumula todo tipo de objetos sin importar su naturaleza.
Si los objetos en cuestión fueran billetes de 100 euros nadie pensaría en el susodicho síndrome. En todo caso hablaríamos de un avaricioso o afortunado, y nadie diría que es un enfermo. A lo sumo un excéntrico millonario.
Parece pues evidente que el síndrome de Diógenes implica una recogida indiscriminada de todo tipo de objetos sin valor, rotos, sucios, en definitiva la acumulación exagerada de basura.
Ahora bien, cuando un jubilado está revisando unas sillas en la basura, porque le vienen bien para su casa del pueblo, por ejemplo, o porque simplemente están en buen estado y da pena deshacerse de ellas, tampoco pensamos en Diógenes. Las sillas están en la basura, pero estrictamente hablando no son basura acumulable en el mal sentido. De hecho, bien mirado, reutilizar así las sillas seguro que entra dentro de lo políticamente correcto dado que las estamos reciclando.
Ahora seamos muy malos y cambiemos un poco el contexto. Pensemos en los coleccionistas de piedras, y más concretamente en los coleccionistas de minerales.
¿Es posible padecer un picapetrosíndrome de Diógenes dentro de este colectivo? Obviamente sí.
El coleccionista medio, normal, cabal y no desequilibrado cuando llega a un yacimiento recoge un número de piezas dentro de lo razonable. A lo sumo unas pocas decenas para consumo propio y de amigos o clientes (ya sea mediante venta o intercambio). Siempre intentando seleccionar lo mejor y preservando lo que no se va a llevar para que el que venga detrás también pueda llevarse algo.
Sin embargo, el coleccionista picapetroafectado, el enfermo de atar, es capaz de llevarse unos cuantos cientos sino miles de piezas, en su gran mayoría sin ningún valor estético y mucho menos científico.
Grandes volúmenes y bajas calidades son, sin duda, los factores clave para discriminar entre los dos perfiles, uno de ellos además de enfermo más cerrado que las de un cejijunto.
Obviamente, esta entrada está escrita en clave de humor con alguna pincelada de sarcasmo. Espero que los coleccionistas de minerales la disfrutemos especialmente.
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