16 de septiembre de 2010

La crisis económica mineral

Los intercambios de minerales entre los coleccionistas son tan viejos como los propios coleccionistas. Nada nuevo hasta aquí. Sin embargo, lo que sí empieza a ser una novedad, y además muy relevante, es que cada vez está más extendida y aceptada la idea de organizar mesas de intercambio que peligrosamente comen terreno a las ferias tradicionales de minerales.

Y es que lo que antes era una actividad marginal, la del intercambio entre unos pocos amigos, ahora con Internet se está convirtiendo en algo accesible a cualquier coleccionista. Aunque como toda nueva actividad que se populariza, esto trae consigo cosas positivas y negativas.

Entre las cosas positivas: Cada vez se ve más material y de mayor calidad en las susodichas mesas de intercambio (superando sin duda al material nacional de las ferias), cada vez se realizan con mayor frecuencia, cada vez se organizan más rápido, y cada vez en más lugares, incluso de manera simultánea.

Entre las negativas: Aún no hay reglas de juego bien definidas para el intercambio, y de ahí los malentendidos que se originan a veces. No existe un organismo regulador ni un indicador objetivo común para tasar una pieza frente a otra.

Pero poco a poco, con la experiencia de estas mesas, van surgiendo reglas de juego fáciles de entender y sobre todo de aceptar por todos sin perder la amistad. Y ya pueden empezar a temblar los organizadores de las grandes ferias nacionales de minerales porque cuando finalice este proceso de selección natural, seguramente sólo les quedará la bisutería y las actividades culturales lúdico-festivas.

Así que o se ponen pronto las pilas y empiezan a reconocer en lo que vale el intercambio incluyéndolo como parte fundamental de sus programas feriales, o Darwin me dará la razón.

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