Aunque según parece nuestro sentido más desarrollado es el olfato, aquí voy a tratar del oído y el gusto.
Desde que era crío he pasado largas temporadas del verano en un pequeño pueblo precioso de La Rioja llamado Ezcaray. Prácticamente durante toda mi estancia estival estábamos acompañados por el sonido característico de los vencejos, esas aves veloces y chillonas que surcan los cielos de muchos pueblos. A ellos suena el verano para mi.
El sabor del verano sin ninguna duda es el sabor de la Sandía.
Vencejos y Sandía representan el campo en clara contraposición con el asfalto y la ciudad, y un verano sin ellos casi no es verano.
Afortunadamente, en un mundo desarrollado como el de hoy, las sandías llegan también a la ciudad. Así que algo de verano también tienes en medio del asfalto. Y en cuanto a los vencejos... es cuestión de darles un poco de tiempo con el cambio climático.
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