Cuando has tenido la suerte de visitar y conocer un yacimiento éste te contagia un virus que hace que sus piezas te resulten especialmente bonitas e interesantes.
Al menos eso me ocurre a mi con muchos yacimientos, en particular el de esta entrada. Tuve la suerte de visitarlo en varias ocasiones con la ayuda y compañía de Pablo Ruiz en 2008 (annus mirabilis del coleccionismo norteño reciente).
Supongo que será porque sabes lo que sale (o salió) y puedes valorar cada pieza casi en su justa medida. Y, seguramente, por esa misma razón no valoro tanto otras piezas buenísimas (fluoritas por ejemplo) ya que soy incapaz de ubicarlas en relación a todo lo que salió (y en ocasiones aún sale).
Cristal de casi 7 cm |
Otra vista |
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