9 de septiembre de 2020

Los Sanfiz de Navelgas: Oro y Romanticismo

Hoy recomiendo un interesante libro dedicado al ORO de Asturias que seguro nos hará soñar.

Extracto del libro extraído directamente de Amazon:

  • ISBN-13 : 979-8683028749

‘…Recuerdo que en nuestra casa (Carlos Sanfiz: 2020) había asiduos debates sobre el oro. Era, en la mayoría de las ocasiones, el tema de conversación de la familia. Todavía tengo frescas en el recuerdo las historias que nuestro padre, con cariño, nos contaba y que nosotros escuchábamos con gran atención. Para él la vida era la mina, el río, el oro, los árboles, la vida en contacto con el mundo natural de los ríos y de nuestros bosques encantados. Era un hombre tranquilo, sencillo y excepcional, que amaba todo lo que hacía con mucha pasión y que trataba de transmitir a sus hijos todo ese encanto que nos rodeaba en Navelgas. Vivía para el río y para la búsqueda y la minería del oro. Por sus venas de hombre honrado a más no poder, casi podía decirse que no corría sangre, sino que oro. Prueba de ello es que pocas horas antes de morir todavía soñaba con volver al río, pensando que se iba a recuperar. Hasta el punto de que, en esos momentos finales de su vida, llegó a pedirnos que compráramos en Oviedo varias herramientas, para que, nada más recuperarse de su enfermedad, pudiésemos ir todos con él de nuevo a batear al río. Cuando trabajó en la ‘Aurífera Asturiana’, en la década de los años 50, en una ocasión se encontraba en el exterior la explotación (en la zona de los estériles) esperando a nuestra madre, que le subía hasta el tajo la comida desde casa. Cuando Marina llegó hasta las inmediaciones de la mina, le entregó la bolsa que llevaba a mi padre y éste se puso a comer en el ‘suco’ del monte Santiago, justo enfrente de la zona de estériles, conocida como ‘La Chana’. Entonces, mientras manejaba la cacerola con el potaje y el plato, vio relucir algo al sol entre los escombros extraídos de la mina. Dejó todo lo que tenía entre manos, se acercó raudo hacia las piedras y comprobó que se trataba de una pepita de oro ‘del tamaño de una manzana pequeña’ (Marina Pérez). Era tan honesto que corrió con ella a entregársela al ‘míster’ (al ingeniero Newman), que recompensó su buena acción con un traje confeccionado a medida en una sastrería de Navelgas…’.

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