Hace unos cuantos años descubrí que unas botas de agua eran lo más efectivo para ir a buscar piedras. Además no estropear un buen calzado de monte y ser más baratas, evitaban humedades y eran mucho más fáciles de limpiar.
Tras muchas horas de minas ayer me dejó el segundo par que gasto con un agujero en la suela, que digo yo que será como su corazón.
Botas a punto de entrar en el cubo de reciclaje |
En cualquier caso, los Reyes Magos estuvieron previsores y este año me trajeron otro par.
Por cierto, que la pérdida de las botas vino acompañada de la recuperación de un puntero en el mismo sitio de la mina donde me lo olvidé hace más de dos años.
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