Un poco al hilo del post anterior...
Normalmente, cuando los aficionados a los minerales visitamos una mina vamos con el frasco de ilusión a rebosar. Soñamos en las decenas de geodas que nos encontraremos en la misma entrada, repletas de piezas espectaculares que por alguna extraña razón les pasaron desapercibidas a los cientos y cientos de personas que pasaron por allí antes que nosotros.
Ja ja ja. La cruda realidad nos demuestra una y otra vez que los sueños sueños son y, sin embargo, volvemos a intentarlo una y otra vez hasta que un día, como al burro, nos suena la flauta por casualidad y encontramos una pieza más resultona de lo habitual que, obviamente, va a la vitrina. Ciertamente,esa pieza lo compensa todo.
Ésta, más o menos, ha sido mi historia en mi corta experiencia como coleccionista de minerales. Todos los yacimientos que conozco ya fueron visitados por muchos otros antes que yo y las piezas "fáciles" hace mucho tiempo que desaparecieron. La insistencia dio sus frutos en algunos yacimientos (sobre todo en Laredo) y la inaccesibilidad en otros (caso de Ezcaray), aunque en ambos casos fueron otros los que años atrás rascaron con más fortuna y menos esfuerzo.
Encontrar un yacimiento completamente nuevo o una zona intacta de una mina con materiales que realmente merezcan la pena es posible pero cada vez más difícil y requiriendo un duro trabajo y mucho más esfuerzo que antaño, más si cabe en una época en la que hay muy pocas explotaciones mineras en activo o tienen (por diferentes razones) el acceso altamente restringido.
Las novedades nacionales en las ferias (contadas con los dedos de las manos) suelen ser muy bienvenidas porque suelen ser fruto de esto mismo, de mucho esfuerzo y tesón de uno o unos pocos que acceden a minas lejanas y a veces muy peligrosas para dar con geodas que contienen piezas de vitrina: Clásicas, estéticas o ambas.
Así que parece que tanto rollo sólo para concluir lo que ya sabíamos: Lo valioso y fácil no abunda, o como decía Lydia en Fama: "...la fama cuesta, pues aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor".
Y con sudor y mucho esfuerzo es como he tenido que pagar para llegar por primera vez a algo valioso en una mina de la única manera posible, a la sazón, encontrando una zona que nadie había tocado desde el fin de la explotación minera.
La sensación entonces no es fácil de describir con palabras, la sensación de verse rodeado de geodas de todo tipo: Geodas cógeme semiabiertas con y sin arcilla, una geoda enorme repleta de piezas en arcilla, geodas limpias algo más duras de picar, geodas con musgo o neoaragonito, a tu espalda, enfrente y sobre tu cabeza. La sensación de coger piezas cada vez mejores que las anteriores imaginando las caras de los amigos, las prisas de tener que volver a casa cuando aún quedan decenas de piezas por envolver. En fin, decenas de sensaciones.
Tras muchas visitas las geodas fáciles desaparecen pero el material bueno sigue estando allí ahora picando un poco más duro, todo con mazo, cincel y el sempiterno destornillador que aprendí del gran Víctor.
Nuevamente, habréis de esperar un largo tiempo para ver el fruto de tan magna empresa ;-)
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