En los últimos años el yacimiento de azufre nativo y celestina (entre otros minerales) de Laredo (Cantabria) ha sido uno de los más visitados por propios y extraños. Como suele ocurrir con otros muchos, tras años de olvido y abandono se pone de moda para volver nuevamente al ostracismo inicial.
El del Aila es un yacimiento muy peculiar ya que teniendo un acceso relativamente sencillo puede dar piezas excepcionales. Pero tiene mala fama ya que esto último no suele ser lo habitual y ya sea rompiendo la dura roca caliza o desenterrando el pringoso bolo de arcilla gris sólo recogemos dolorosas agujetas y muy poca calidad.
Sin embargo, en ocasiones, tras muchos intentos y largas jornadas de trabajo uno recibe la merecida recompensa.
En la fotografía muestro el fruto de dos horas y media de sudorosa labor sin abrir. Son bolos de arcilla gris desenterrados en varias zonas del yacimiento.
En entradas anteriores ya he puesto
fotos de algunos cristales pequeños que me han aparecido tras abrir los bolos. La mayoría de ellos, por desgracia lo más común, no han dado nada de interés. La proporción suele ser de 30 a 1, es decir, 30 malos para 1 bueno.
En entradas posteriores mostraré lo que salió del bueno de este lote.
¿Adivináis cuál fue?
Mirad un poco la foto y haced vuestras apuestas.
La respuesta... tatatachán... el de la esquina inferior derecha de la foto.
Sin embargo, es la primera vez que lo disfrutamos con Leire que quedó encantada con el resplandeciente fenómeno luminoso.
Como viene siendo una tradición en nuestra casa, este año el Olentzero me ha vuelto a regalar un libro de carácter lúdico-científico, y yo encantado.
Recuerdo que en su tienda lo normal era ver piezas de varias decenas de gramos, pero mi presupuesto no daba para tanto.
Estas muestras estaban asociadas a materiales líquidos orgánicos con un fuerte olor a petróleo. Puede que éste sea el origen del color.
Hace algún tiempo, un coleccionista local me dijo que este tipo de material podría ser un mineral de origen orgánico poco común, pero ni idea.
Lo de menos la multitud de regalos que ha recibido, siendo la estrella Dora The Explorer and her friend Boots.
Las dimensiones de la geoda de azufre con celestina son de 6x6 cm, donde el cristal mayor de azufre tiene 3 cm.
Sin duda, una buena manera de terminar el año 2011 desde el punto de vista mineralógico. Las pocas salidas que he podido realizar han sido más que compensadas con este nuevo hallazgo.
A diferencia de lo que me había ocurrido en otras ocasiones, el tener las dos partes de la geoda me permite guardar mejor el azufre hasta que en un futuro (espero no muy lejano) pueda exponerlo junto con otras piezas del mismo yacimiento extraídas los últimos cuatro años.
Por cierto, la historia de esta pieza empezó cuando hace un mes vi que había una sección dedicada al azufre en FMF. Dado que todas mis piezas de azufre de colección están en cajas y no sé muy bien en cuáles, me propuse hacer una visita relámpago a Laredo para probar suerte y de la misma demostrar también que sigue habiendo calidad nacional aún en lo ultra rebuscado. Aquí está, como siempre un honor, en FMF.
En la siguiente foto pongo la mitad menos buena del bolo que, afortunadamente, salió con muy pocos contactos de azufre y bastante celestina micro. Esta vez, en lugar de abrirlo a martillazos fui un poco más cuidadoso y utilicé un método más dirigido y conservador.
Y en breve, en una próxima entrada, ya sí que sí pondré lo bueno del postre: La guinda, que consiste en la otra mitad de la geoda de 6x6 cm con cristales de azufre donde el mayor alcanza los 3 cm.
En entradas anteriores ya he puesto fotos de algunos cristales pequeños que me han aparecido tras abrir los bolos. La mayoría de ellos, por desgracia lo más común, no han dado nada de interés. La proporción suele ser de 30 a 1, es decir, 30 malos para 1 bueno.