Siguiendo con el asunto desarrollado en la entrada anterior donde hablaba del duro trabajo en El Aila, en esta presento el bolo más interesante de todos los que salieron.
No siendo muy grande (poco menor que un puño), venía con un pequeño agujero abierto accidentalmente en el yacimiento que hacía intuir que podría ser uno de la suerte. Y así fue.
En la siguiente foto pongo la mitad menos buena del bolo que, afortunadamente, salió con muy pocos contactos de azufre y bastante celestina micro. Esta vez, en lugar de abrirlo a martillazos fui un poco más cuidadoso y utilicé un método más dirigido y conservador.
Y en breve, en una próxima entrada, ya sí que sí pondré lo bueno del postre: La guinda, que consiste en la otra mitad de la geoda de 6x6 cm con cristales de azufre donde el mayor alcanza los 3 cm.
Colección Borja Sainz de Baranda
Hace 12 horas
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