1 de diciembre de 2011

Una palabra vale más que mil imágenes

En un mundo donde desde hace décadas cada vez prima más lo visual y menos la palabra escrita rompo una lanza por los "describanos de los minerales".

En mi opinión, es muy difícil transmitir las sensaciones que encierran los minerales sólo a través de imágenes. Son colores, brillos, reflexiones y refracciones, texturas, olores, densidades, y un largo "sensatorio" de emociones que, por si fuera poco, dependen completamente del observador.

Ni fotos ni con los sensacionales vídeos o reconstrucciones 3D de última generación me quedo satisfecho y siempre me da la impresión de que hay cantidad de detalles que se me escapan o no se me destapan. Así por ejemplo, un brillo cegador en una foto puede estar enmascarando un pequeño defecto en una arista que para muchos será inapreciable, pero para otros un defecto imperdonable.

Precisamente, creo que son estos últimos los que con su experiencia y su palabra mejor saben transmitir (sin necesidad de soporte gráfico alguno) lo que encierra una pieza. Además, con ello enriquecen la visión de los que menos sabemos haciéndolos casi más apetecibles que en vivo y en directo.

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