El del Aila es un yacimiento muy peculiar ya que teniendo un acceso relativamente sencillo puede dar piezas excepcionales. Pero tiene mala fama ya que esto último no suele ser lo habitual y ya sea rompiendo la dura roca caliza o desenterrando el pringoso bolo de arcilla gris sólo recogemos dolorosas agujetas y muy poca calidad.
Sin embargo, en ocasiones, tras muchos intentos y largas jornadas de trabajo uno recibe la merecida recompensa.
En la fotografía muestro el fruto de dos horas y media de sudorosa labor sin abrir. Son bolos de arcilla gris desenterrados en varias zonas del yacimiento.

En entradas posteriores mostraré lo que salió del bueno de este lote.
¿Adivináis cuál fue?
Mirad un poco la foto y haced vuestras apuestas.
La respuesta... tatatachán... el de la esquina inferior derecha de la foto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario