13 de junio de 2015

¿Por qué no hay un relevo generacional en Vizcaya?

El domingo pasado cuando fui a la feria de minerales, gemas y fósiles de Arrigorriaga y me encontré con este panorama


me surgió una pregunta desgarradora: ¿Quién va a sustituir a estos entusiastas y promotores de los minerales, fósiles, conchas y gemas cuando se retiren?

A muchos de los expositores en Arrigorriaga, y a otros tantos que no pudieron asistir, los conozco desde que era niño. Algunos tenían puesto en la Plaza Nueva de Bilbao donde gastaba con gran ilusión mis 50 pts de paga semanal. A otros los conocí con posterioridad en diversas ferias locales como la de Arrigorriaga. El tiempo no perdona y poco a poco ellos también se van jubilando y con todo el derecho del mundo aprovechan para hacer viajes y descansar. Seguramente nunca dejarán su afición a las piedras, pero lo llevarán de un modo más lúdico y menos profesional.

¿Dónde están los jóvenes que les van a sustituir? Me cuesta reconocerlos en estas ferias ya que casi no hay relevo generacional. Tanto que se habla contra los comerciantes de minerales y no nos damos cuenta de que sin ellos (al menos en mi zona) y sin su esfuerzo organizador no habría ferias de minerales. Y esto es un problema muy serio porque existe el riesgo de que muchos chavales y chavalas pierdan un tesoro precioso que fomenta la adquisición de valores y conocimientos.

Dos anécdotas del domingo pasado más que esclarecedoras.

La primera sobre la conversación de un hermano y una hermana de unos 12 años con una ilusión difícil de describir con palabras al descubrir que el talco era un mineral. ¡Toma ya!

La segunda sobre la respuesta que me dio Iñaki al ir a pagarle un mineral que él insistía en regalarme y yo en pagarle porque era mi modo de apoyar este tipo de eventos y sus salidas a piedras. ¿Te crees que esto lo hacemos por dinero?, me dijo. Este mineral lo he cogido yo y por eso te lo regalo.

Los expositores que van a este tipo de ferias van sobre todo por la alegría que les produce ver la cara de ilusión de los niños (y no tan niños), por contestar sus preguntas y por compartir un tiempo precioso con sus amigos. Y todo ello sin la ayuda y el apoyo de las instituciones, a veces a pesar de ellas.

¿Se va a perder todo esto? ¿Tan egoístas somos como para no evitarlo?

Ahí queda. Al rincón a pensar.

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