24 de diciembre de 2013

Reflexiones sobre Minerales y Empresas

Aunque parece que voy a hablar de los minerales y los comerciantes, nada más lejos de la realidad.

Hace unos años cuando terminé el doctorado me hice empresario con unos amigos. Una experiencia inolvidable y muy recomendable que deberían pasar (sobre todo en este país) todos los estudiantes para aprender del éxito y del fracaso. Sobre todo del fracaso.

En lugares como Estados Unidos, un emprendedor que ha fracasado está mucho mejor valorado que uno que no por eso de que de los errores se aprende. ¡Qué gran verdad!

Y sin embargo, aquí seguimos menospreciando al que fracasa. En fin, así nos va.

Pero vamos al grano.

Cuando uno empieza con su empresa normalmente lo hace con ideas y productos maravillosos pero sin clientes, sin contactos (o muy pocos) y sin experiencia. Y, lo peor, parece que éstos no van a llegar nunca.

Sin embargo, tras uno o dos años de actividad (si se hace bien) se llega a un estado milagroso de actividad en el que parece que los clientes vienen solos, del boca a boca o de clientes antiguos que solicitan nuevos servicios. Es la magia de la empresa que se puede mantener siempre que se siga innovando en productos y servicios.

En esto de los minerales el otro día me encontré visualizando exactamente el mismo escenario (no por mi sino por otras personas).

Al principio, cuando empiezas a coleccionar, salir a picar, intercambiar, vender o difundir tu colección no te conoce casi nadie, pero llega un momento con los años en que creas una red de contactos y conocimiento tan amplia que parece que empieza a ocurrir todo espontáneamente como con los clientes de una empresa.

Son otros los que te buscan para intercambiar o incluso regalarte muestras. Son otros los que te ofrecen lotes excepcionales que no obtendrías de otra manera. Son otros los que, muy ilusionados,te muestran nuevos yacimientos. Te invitan a ferias o exposiciones temporales, te regalan documentación, etc.

Y así, tirando del hilo, se pueden sacar muchas más analogías entre el coleccionismo de minerelas y una actividad empresarial con la diferencia, obviamente, de que normalmente la primera la haces sólo por afición.

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