27 de junio de 2017

Lo mejor es picar en casa

Quien más quien menos tiene algún yacimiento de minerales famosete a unos cientos de kilómetros de casa. Yo no digo que dicho yacimiento sea de fácil acceso ni una pecera donde coger salmones de 20 kilos sin trabajar, sino que probablemente tiene cerca un yacimiento de los de renombre que aún proporciona buenas piezas.

Por aquí en la zona norte son muy sonados Berbes y La Collada, Laredo, Langre, etc. Por otras zonas están Eugi, A Franqueria, Segorbe, Navajún, Hornachuelos, Alkiza, Arneva, yacimientos varios en Murcia, Riotinto, Tarna, Pantoja, Agaete, etc.

Son tantos y tan famosos que cuando nos vamos de vacaciones o de fin de semana a algún pueblo o ciudad, el lugar anotar el último *** Michelín de la zona, preferimos buscar un hueco para echarnos de cabeza a las piedras. Vamos, que gustamos más de meternos una paliza de tres horas en coche para pasar un duro día de trabajo que de degustar una suculenta tortilla deconstruida. Ojo que no tengo nada que objetar, todo lo contrario yo soy el primero en pecar, pero lo más triste es que la mayor parte de esas veces nos volvemos a casa con poca cosa que merezca un sitio en la vitrina.

Y es que los que realmente encuentran el material bueno en aquellos yacimientos son los que viven relativamente cerca y pueden llegarse con cierta frecuencia. Las visitas esporádicas dan muy poco fruto. Hace falta mucho tiempo para conocer el yacimiento, las diferentes zonas de la mina y descubrir otras nuevas siguiendo las pistas e indicios de las conocidas.

Por eso, en mi opinión, muchas veces para sacar buen material es mejor jugar los partidos en casa  y después intercambiarlo con otros coleccionistas que también juegan y ganan muchos partidos en su casa.

Que no digo que no haya que visitar yacimientos de manera esporádica, pero cuando lo hacemos es preferible conocer a la gente que va a menudo a ellos, intercambiarles las piezas buenas y sacarse buenas fotos con y de los mismos.

26 de junio de 2017

Mirador del Fito, Asturias

Este mirador, además de poseer unas vistas excepcionales de Asturias, está a tiro de piedra de minas y yacimientos emblemáticos de la zona de Caravia como la mina Emilio.

Con razón, en el propio mirador se encuentran reconocimientos como el de esta placa.


Del cartel de acceso a la mina Emilio no pude sacar fotos pues iba conduciendo, pero me hizo mucha ilusión verlo.

22 de junio de 2017

¿Cómo poblar la vitrina?

No vamos a entrar en el asunto de qué entendemos por una pieza de vitrina ya que pocos asuntos se me antojan más subjetivos y polémicos, pero voy a asumir que cuando alguien pone unas fotos de sus piezas para intercambio por piezas de vitrina las suyas definen lo que entiende por "de vitrina". Vamos, que asumo que no se es un jeta que quiere cambiar un canto rodado del río de su pueblo por una piromorfita de El Horcajo del año 1920.

Aclarado lo anterior, vamos a ver posibles maneras de llenar nuestra vitrina, cosa que normalmente suele ser un proceso lento al principio y de superación al final.

i) La compra.
Sin duda la manera más polémica y cara de hacerlo. Hay muchos coleccionistas que detestan esta manera de coleccionar, aunque la mayor parte de las veces lo hacen desde el respeto y el cariño. Por desgracia, para muchos es la única manera de conseguir algunos materiales vitrinables.

ii) El intercambio.
Nadie tiene nada que objetar al noble arte del trueque, pero tiene sus problemas. En primer lugar, hay que tener algo al menos de calidad o interés similar a lo que queremos conseguir. Un buen cuarzo de Berbes de 15x7 cm completamente transparente y sin toques dudo mucho que sea intercambiable por un cuarzo lechoso (o sí). En segundo lugar, hay que encontrar a alguien dispuesto a intercambiar una pieza de colección y no una de las que sobran del lote recién adquirido.

iii) El oficio.
Existen unos pocos afortunados que trabajan en explotaciones mineras y, además, viajan mucho. Si su puesto, además, les da acceso a toda la explotación imaginad la de oportunidades que se pueden tener de conseguir piezas vitrinables que representan multitud de yacimientos.

iv) El yacimiento talismán.
Cuando uno tiene la suerte de acceder a un buen material en primicia durante mucho tiempo, puede llegar a acumular centenares de piezas vitrinables que a buen seguro serán una fuente inagotable de magníficos intercambios durante años (guardad para la "viejez"). Ya sea una obra de un AVE o viaducto, ya sea una nueva zona en una mina, ya sea un yacimiento nuevo, la ampliación de un camino o una limpieza forestal, todas son potenciales fuentes de talismanes vitrinables.

v) El mercadeo.
Alguien podría pensar que esto debería entrar en el apartado i) pero aquí creo que deberíamos distinguir aquellas situaciones en las que la compraventa de minerales pseudovitrinables es fuente de nuevas piezas vitrinables. Muchos de los puestos en mercadillos y ferias comenzaron con esa filosofía, aunque tristemente con los años algunos pierden la ilusión y se olvidan de los primeros principios.

vi) El amiguismo.
Que afortunados aquellos que tienen buenos amigos y conocidos, de esos que te regalan lotes de rosas de yeso o Villamaninitas, o calcopiritas sobre siderita. Y ya no te cuento si, además, te regalan piezas vitrinables. Haberlos haylos como las Meigas.

vii) El romanticismo.
Seguro que más de una o uno (ya sé que no es habitual) ha recibido en alguna ocasión especial un regalo romántico como una buena barita de Berbes, una estupenda fluorita de La Viesca, o un pico Estwing. Seguramente, éstas son las piezas más valiosas y que con más amor tenemos en la vitrina.

viii) Los hijos.
Aquí entrarían esas primeras piedras que recogen nuestras pequeñas criaturas y que con toda su ilusión nos entregan para la colección. ¡Cómo no las vamos a colocar en la vitrina! :-)

Con tanta fuente inagotable de vitrinables poned unos buenos refuerzos en las estanterías o se os van a hundir ;-)

21 de junio de 2017

Sensaciones en una mina

Un poco al hilo del post anterior...

Normalmente, cuando los aficionados a los minerales visitamos una mina vamos con el frasco de ilusión a rebosar. Soñamos en las decenas de geodas que nos encontraremos en la misma entrada, repletas de piezas espectaculares que por alguna extraña razón les pasaron desapercibidas a los cientos y cientos de personas que pasaron por allí antes que nosotros.

Ja ja ja. La cruda realidad nos demuestra una y otra vez que los sueños sueños son y, sin embargo, volvemos a intentarlo una y otra vez hasta que un día, como al burro, nos suena la flauta por casualidad y encontramos una pieza más resultona de lo habitual que, obviamente, va a la vitrina. Ciertamente,esa pieza lo compensa todo.

Ésta, más o menos, ha sido mi historia en mi corta experiencia como coleccionista de minerales. Todos los yacimientos que conozco ya fueron visitados por muchos otros antes que yo y las piezas "fáciles" hace mucho tiempo que desaparecieron. La insistencia dio sus frutos en algunos yacimientos (sobre todo en Laredo) y la inaccesibilidad en otros (caso de Ezcaray), aunque en ambos casos fueron otros los que años atrás rascaron con más fortuna y menos esfuerzo.

Encontrar un yacimiento completamente nuevo o una zona intacta de una mina con materiales que realmente merezcan la pena es posible pero cada vez más difícil y requiriendo un duro trabajo y mucho más esfuerzo que antaño, más si cabe en una época en la que hay muy pocas explotaciones mineras en activo o tienen (por diferentes razones) el acceso altamente restringido.

Las novedades nacionales en las ferias (contadas con los dedos de las manos) suelen ser muy bienvenidas porque suelen ser fruto de esto mismo, de mucho esfuerzo y tesón de uno o unos pocos que acceden a minas lejanas y a veces muy peligrosas para dar con geodas que contienen piezas de vitrina: Clásicas, estéticas o ambas.

Así que parece que tanto rollo sólo para concluir lo que ya sabíamos: Lo valioso y fácil no abunda, o como decía Lydia en Fama: "...la fama cuesta, pues aquí es donde vais a empezar a pagar: con sudor".

Y con sudor y mucho esfuerzo es como he tenido que pagar para llegar por primera vez a algo valioso en una mina de la única manera posible, a la sazón, encontrando una zona que nadie había tocado desde el fin de la explotación minera.

La sensación entonces no es fácil de describir con palabras, la sensación de verse rodeado de geodas de todo tipo: Geodas cógeme semiabiertas con y sin arcilla, una geoda enorme repleta de piezas en arcilla, geodas limpias algo más duras de picar, geodas con musgo o neoaragonito, a tu espalda, enfrente y sobre tu cabeza. La sensación de coger piezas cada vez mejores que las anteriores imaginando las caras de los amigos, las prisas de tener que volver a casa cuando aún quedan decenas de piezas por envolver. En fin, decenas de sensaciones.

Tras muchas visitas las geodas fáciles desaparecen pero el material bueno sigue estando allí ahora picando un poco más duro, todo con mazo, cincel y el sempiterno destornillador que aprendí del gran Víctor.

Nuevamente, habréis de esperar un largo tiempo para ver el fruto de tan magna empresa ;-)

20 de junio de 2017

Los Minerales y el efecto llamada

No voy a descubrir nada nuevo puesto que seguro que esto se ha estudiado exhaustivamente en muchos otros contextos, pero hoy me apetece hacer esta pequeña reflexión.

Llevo unos 10 años visitando algunos yacimientos y minas cercanos a mi zona de manera ininterrumpida, al menos una visita anual cuando no son dos o incluso tres. De todas ellas (también de las de otros coleccionistas) he dado cuenta de una u otra manera en este blog lo mismo que se hacía (y se hace) en otros fantásticos blogs o foros. Lógicamente, como era de esperar, estas publicaciones tenían un impacto casi inmediato en el yacimiento o yacimientos mencionados. Básicamente, se ponían de moda.

Por poner un ejemplo, hablemos de los azufres de Laredo. La primera vez que fui por allá en torno al año 2007 recuerdo que me costó varios viajes dar con el sitio (incluso con las fantásticas indicaciones de Manuel) por la cantidad de hierba que había en los prados que dan a los acantilados de El Aila. A partir de aquel momento y hasta el día de hoy nunca más lo he vuelto a ver de la misma manera dado que los pasos de los que hemos visitado el yacimiento se han marcado profundamente en el terreno haciendo un camino. Para muchos aficionados Laredo se convirtió en un punto de visita obligado en vacaciones de Semana Santa y verano, casi tanto como lo es Berbes.

Y lo mismo que con Laredo y Berbes ha pasado y pasa con decenas de los yacimientos cercanos que conozco (y digo cercanos puesto que no soy de ir muy lejos a por minerales).

Este año ha tocado hacer un experimento aprovechando una época en la que la mayor parte de los mensajes en foros y redes sociales sobre minerales son preguntas sobre su identificación o fotos de muestras antiguas o muy difíciles de conseguir o extranjeras.

Me he dedicado a visitar algunos de los susodichos yacimientos cercanos sin hacer ninguna mención a los mismos en este blog o red social alguna.

Como era de esperar, las zarzas y maleza en algunos de ellos apenas dejaban ver el camino. Daba la sensación de que hacía décadas que no entraba nadie en ellos. Simplemente se habían pasado de moda porque en su día se hizo muy difícil encontrar piezas de interés en ellos o porque nadie hablaba de ellos. Donde lo habitual era encontrarse con algún otro aficionado ahora sólo había insectos, oscuridad y silencio.

Y lo más curioso es que en uno de ellos volví a encontrar piezas tan buenas o mejores que las que se habían visto con anterioridad, lo cual confirma mi teoría de que todos los yacimientos siempre vuelven a dar material de calidad proporcional a la ilusión y tesón del nuevo aficionado que lo abraza. De ahí la importancia de hacer afición entre los más jóvenes.

La identidad de las nuevas piezas aún tendrá que esperar muchos muchos meses antes de provocar otro efecto llamada, pero adelanto que dará que hablar. Y también adelanto que nadie sabrá nada de ellas hasta que llegue el momento.

19 de junio de 2017

Experimentos para niñ@s 2017 en el colegio Europa de Getxo

Echando la cuenta me sale que son ya 5 años consecutivos los que por estas fechas paso entre botes, sales, huevos, globos, minerales, fósiles, prismas e imanes. Hago demostraciones científicas de forma desinteresada para algunos cursos del colegio Nuestra Señora de Europa, donde cursan estudios mis dos hijas. Este centro organiza todos los años, rondando el final del curso escolar, la Semana de la Ciencia, donde los niños y las niñas de diferentes ciclos hacen sus pinitos y en la que, también, se invita a las familias a participar, con más o menos éxito de participación.

Aquí ya entraríamos en el eterno debate sobre la comunicación por parte del centro, el ánimo y el compromiso de la comunidad educativa de la que todas y todos formamos parte... Pero eso da para otro post.
 
La cosa empezó hace 5 años cuando Sonia me propuso hacer algunos experimentos en la clase de primero de Infantil (3-4 años) de Leire. Todo un reto con gente tan menuda que contra todos mis pronósticos fue un éxito entre niños y maestras.
 
Después, con el impulso de algunos profesores, más padres (que pueden y quieren) y Sonia, la experiencia se ha ido extendiendo a Primaria e incluso cursos superiores con notable éxito también. Les damos a los niños y niñas nuestra visión amateur y profesional de insectos, biología, medicina, botánica, física, etc. Una forma interesante de, insisto, implicar a la comunidad educativa y al mismo tiempo, insuflar la curiosidad por la ciencia desde la más tierna infancia.
 
En general, la respuesta siempre ha sido fantástica. Es cierto que la mayoría de los padres no se interesan tan siquiera por saber de la actividad realizada por sus hijos, que algún profesor podría mostar algo más de entusiasmo o que los gestores del centro (sean los que fueren) deberían aparecer alguna vez por ahí (out there).
 
Sin embargo, os aseguro que el que un niño o una niña, después de realizar los experimentos, te dé un abrazo espontáneo en agradecimiento, o que te sigan preguntando en el parque por conceptos discutidos en el Salón de Actos, o por cómo se hace tal o cuál experimento, sin duda es la mejor recompensa. Y si, además, algún día te recuerdan cuando lleguen a ser grandes profesionales y recojan los éxitos de su carrera, pues mejor que mejor.

10 de junio de 2017

"Wieliczka" Salt Mine: Minas de sal en Polonia

Si alguna vez os acercáis a Cracovia recordad que en tren podéis acercaros a unas magníficas minas de sal con tallas impresionantes en su interior.


Yo, por mi parte, las apunto para otra ocasión.

7 de junio de 2017

Museo geológico de Cracovia

Nos lo encontramos cerrado y al mismo tiempo lo descubrimos.

Una cita que anoto para la próxima ocasión.

Teniendo en cuenta el pasado y presente minero de la región es de esperar alguna que otra sorpresa en su interior.


6 de junio de 2017

Minas en la región de Silesia (Polonia)

Aunque el trabajo no me ha permitido ver nada de lo que aquí indico lo cuento para que lo tengáis en cuenta si alguna vez os acercáis por aquella zona sur de Polonia.

Durante el trayecto Cracovia-Katowice-Gliwice pude disfrutar de bastantes instalaciones mineras e industriales, pero sólo pude hacer este par de fotos desde el taxi.



Texto tomado de https://www.polonia.travel/es/regiones/slaskie-la-region-de-silesia.

Su capital, Katowice, está convenientemente situada a poca distancia de Cracovia (70 km por autopista) y a poco más de dos horas en tren desde Varsovia. Conocida como ciudad industrial por excelencia.

Teniendo en cuenta el desarrollo industrial de la región que ocupa la parte sur de Polonia entre Cracovia y Opole, se pueden visitar monumentos industriales y postindustriales. El más curioso e interesante es la mina de plata sita en Tarnowskie Góry, donde el recorrido subterráneo se realiza en barcos debido a que el agua se hizo con los pasillos ya excavados por los mineros. Los interesados en las tradiciones mineras pueden visitar las minas de carbón -llamado oro negro de Polonia- en Zabrze, donde están abiertas al público la Mina Guido y Luiza.

En Silesia, debido a su naturaleza de cuenca minera, se han hecho muchas fortunas, y por tanto no es de extrañar que queden palacios y residencias de magnates. En Pszczyna se visita el palacio de la familia de Hochberg, la útlima señora de la casa quien fue una aristocrática inglesa, la Princesa Daisy,  que por amor se casó con uno de los últimos Hochberg. Cuando el amor se apagó su residencia preferida estuvo en el cercano a Pszczyna palacete de Promnice, utilizado como residencia durante las cacerías y hoy día convertido en un precioso hotel con encanto.