Ayer leí en FMF, sin previo aviso, la triste noticia de la muerte de un buen compañero de afición: José Luis Otero. Hacía tiempo que no sabía nada de él, como de tantos otros, y mucho menos sabía que estaba pasando por problemas serios de salud. Ahora ya es tarde.
Tuve la gran suerte de conocerle hace 9 años en el verano del 2006 (¡cómo pasa el tiempo!). Le acompañé a Sonia en un viaje a Madrid y aproveché para quedar e intercambiar con grandes amigos como José Luis, Antonio, Ramón y visitar por primera vez el mercadillo mensual de minerales de la Escuela de Minas y el Museo Geominero donde también estuve con Andrés. El recuerdo que tengo de Madrid y aquella gente es magnífico, todos fueron muy amables y generosos conmigo.
En este mundo de los minerales donde los coleccionistas se enemistan por auténticas tonterías (tenía pensado hacer una relación, pero no merece mi tiempo) encontrar a alguien como José Luis es un auténtico lujo y un gran placer. Siempre sonriente, dispuesto a compartir información y regalar piezas de las buenas (nada de ñuscos sobrantes), el primero en organizar una comida o una excursión.
Guardaré con mucho cariño las piezas que recibí de él, y espero que allí donde esté siga con la misma pasión y espíritu joven.
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