Este sábado tras casi 10 años he vuelto a ver a muchos de mis maestros y compañeros en los maravillosos años que pasé como residente en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. El motivo ha sido la jubilación de Pepa con más de 30 años como especialista en Radiofísica Hospitalaria.
La comida en el hipódromo de Suso, las vistas desde el Faro de Mataleñas y el reencuentro de casi todas las promociones de residentes de Radiofísica en Santander para homenajear a Pepa han sido para no olvidar.
Sin embargo, ahora que está tan de moda sacar a la luz a las Mujeres con Ciencia, aquellas olvidadas que hicieron grandes aportaciones en la sombra pero que de alguna manera han salido a la luz, me gustaría romper una lanza por Pepa.
Seguramente, ni ella ni muchas otras radiofísicos españolas como ella tendrán nunca el reconocimiento científico de Lisa Meitner o Emmy Noether. Sin embargo, nunca les podrán quitar el mérito de haber sido las primeras radiofísicos en sus respectivas comunidades (Cataluña, Cantabria, País Vasco, etc.). Es un dato curioso pero así fue que los primeros profesionales de las radiaciones en braquiterapia y bombas de cobalto para el tratamiento del cáncer salieron de una escuela compuesta fundamentalmente por mujeres (algunas monjas) que se formaron en Francia.
Ahora les toca jubilarse (Arrate hace una año en Donosti) y ven con orgullo que tras de sí han dejado toda una legión de radiofísicos altamente cualificados con una especialidad perfectamente legislada y desarrollada.
Así que desde aquí a todas ellas les agradezco su labor en la sombra y espero que algún día las instituciones científicas hagan lo propio.
3 de marzo de 2018
Pepa, la Primera Radiofísico del HUMV (Santander)
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