16 de febrero de 2009

Celestina de Langre (Cantabria)

A mi mujer y a mi los minerales nos resultan una excusa fantástica para conocer lugares de cuento. Por sí mismos tendrían muy poco valor si no fuera por los paisajes, gastronomía, hospitalidad y cultura que traen de añadidura. Como decían los otros, si hay que picar se pica, pero picar por picar...

Este pasado fin de semana estuvimos en los acantilados de Langre buscando las famosas celestinas y recorriendo parte del camino de Santiago del Norte hasta Somo. El frío día nos regaló una bonita estampa desde el acantilado tal y como se aprecia en la foto: los Picos de Europa nevados y a su derecha la ciudad de Santander.

Como viene siendo una costumbre que no deja de sorprendernos a mi mujer y a mi, siempre que visitamos un yacimiento clásico (Berbes, Reocín, etc.) nos encontramos con otros aficionados. En este caso era Manuel el que había madrugado más que nosotros para ir a celestinas y fósiles. Casualmente ya nos conocíamos sin saberlo pues habíamos intercambiado varios correos electrónicos hablando de celestinas y azufres cántabros. Intercambiamos anécdotas y experiencias y hablamos de las impresionantes piezas de Cantabria que Manuel tiene en su colección (ámbar de más de ocho localizaciones diferentes, y eso que no tenía de Reocín). También me contó los secretos de Langre.

Aunque no teníamos muchas esperanzas de encontrar gran cosa localizamos (más bien localizó mi mujer) varios erizos pequeños, algunos con cristales azulados de celestina resultones, eso sí muy lejos de lo que a uno le gustaría para su colección.


Para recuperar fuerzas disfrutamos de una generosa y sabrosa cena en Casa Genio ubicado en Sarón (cerca de Cabárceno). Si vaís alguna vez allí dos consejos: Llevad ganas de comer y reservad con antelación ya que su fama se ha extendido y resulta difícil coger mesa sin reserva.

Finalmente, para el merecido descando del minero recomiendo el alojamiento en el hotel Posada Costa Trasmiera que ofrece un riquísimo desayuno repleto de productos caseros de la provincia.

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