En mi opinión la pasión por conocer cómo funciona el mundo natural en cierto modo ha hecho de mi lo que soy. La piedras, de las que escribo mucho aquí, son una parte ínfima y apasionante del mismo, pero no más que la zoología, la biología, etc.
Nunca dejará de maravillarme el milagro de la vida que alcanza su máximo esplendor en primavera. Las flores, los pájaros, los insectos, es como si todos resurgieran de la nada después de un duro invierno.
Guardo entre mis mejores recuerdos escolares el estudio del mundo animal y vegetal, la nomenclatura y el funcionamiento de todo tipo de microorganismos y no tan micros. Un recuerdo que se avivó durante unos instantes la semana pasada al ver este precioso nido abandonado que había localizado mi padre.
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