Durante estos últimos diez años ha contactado conmigo gente desconocida de lo más peculiar a través de Internet para comentarme o consultarme cuestiones varias relacionadas con los minerales. Supongo que todos tendremos nuestras anécdotas al respecto, algunas sin desperdicio.
Lo más habitual era que contactaran para realizar un intercambio o solicitar información sobre un yacimiento o mineral que sabían que yo conocía. Más de una y dos veces también contactaban conmigo para que les diera mi opinión sobre la calidad del material que tenían, su valor y su precio (que no son lo mismo y que sólo los necios confunden).
Sin embargo, en una ocasión contactó conmigo un aficionado a la pintura medieval queriendo saber si tenía siderita cristalizada de buena calidad de La Rioja. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que la quería para machacarla y pulverizarla con el objeto de crear un pigmento natural muy concreto para el cuadro que estaba pintando. Desafortunadamente, la siderita que le pude proporcionar era demasiado oscura para su propósito, pero sí le sirvieron unos aragonitos coraloideos que eran ideales para obtener un blanco muy intenso y particular.
Una mañana de conversación con esta persona me abrió los ojos a un mundo desconocido y muy interesante de gente que se dedicaba a reproducir lo más fielmente posible todo tipo de colores utilizando sustancias naturales en general, y minerales en particular. Las siderita, azurita, lapislazuli, malaquita, aragonito, dioptasa, oligisto, etc., se pulverizan y venden en bolsas (nada baratas) para pintores aficionados. El principal mercado, como casi siempre, estaba en USA.
Una maravilla que un mineral fantástico cristalizado y de buen color pueda ser destrozado para crear otra maravilla artística creada por el hombre.
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