Pirita sobre siderita, mina Josefa, Ontón, Castro Urdiales, Cantabria |
Para empezar hay que ir en coche a los sitios, muchas veces están realmente lejos y el viaje no es fácil ni barato. Después, hay que caminar y caminar cargando con herramienta y equipo, a veces hay horas de caminata. La vuelta es peor dado que hay que volver con el mismo peso más las piezas encontradas.
Esas piezas requieren un especial cuidado a la hora de sacarlas de su geoda, y para no dañarlas preferimos utilizar la mano desnuda. Eso provoca rozaduras y heridas, por no contar los golpes en dedos y manos de algunos de los porrazos.
Las piezas delicadas requieren un trato especial, se envuelven una a una y se guardan en tupperwares, cajas de plástico, etc. Es un momento importante y a veces se emplea incluso algodón. Las no tan delicadas se envuelven en papel una a una para que no se dañen entre ellas, y se colocan en cajas de fruta, de cartón o simplemente se meten con cuidado en bolsas de plástico (mi caso casi siempre).
En algunas ocasiones no sabemos lo que envolvemos porque está cubierto con arcilla o barro y, seguramente, mucho de lo que carguemos habrá que tirarlo a la basura.
Una vez en casa esas piezas hay que desenvolverlas una a una, lavarlas con agua y jabón, a veces (a mi no me gusta) tratarlas con alguna sustancia química, acumularlas y revisarlas. Después hay que clasificarlas, desechar algunas, etiquetarlas, ponerlas en cajitas, peanas, etc., y almacenarlas.
Y todo ese esfuerzo para muchas veces acabar sólo con una o dos en la colección.
Ahora haced cálculos del dinero, tiempo, experiencia y conocimientos dedicados y decidme si tienen o no un muy alto valor añadido.
Así que cuando alguien nos regale una pieza, puede que no muy bonita para nuestro gusto, pensemos en ello y agradezcámoslo en lo que vale.
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