20 de junio de 2017

Los Minerales y el efecto llamada

No voy a descubrir nada nuevo puesto que seguro que esto se ha estudiado exhaustivamente en muchos otros contextos, pero hoy me apetece hacer esta pequeña reflexión.

Llevo unos 10 años visitando algunos yacimientos y minas cercanos a mi zona de manera ininterrumpida, al menos una visita anual cuando no son dos o incluso tres. De todas ellas (también de las de otros coleccionistas) he dado cuenta de una u otra manera en este blog lo mismo que se hacía (y se hace) en otros fantásticos blogs o foros. Lógicamente, como era de esperar, estas publicaciones tenían un impacto casi inmediato en el yacimiento o yacimientos mencionados. Básicamente, se ponían de moda.

Por poner un ejemplo, hablemos de los azufres de Laredo. La primera vez que fui por allá en torno al año 2007 recuerdo que me costó varios viajes dar con el sitio (incluso con las fantásticas indicaciones de Manuel) por la cantidad de hierba que había en los prados que dan a los acantilados de El Aila. A partir de aquel momento y hasta el día de hoy nunca más lo he vuelto a ver de la misma manera dado que los pasos de los que hemos visitado el yacimiento se han marcado profundamente en el terreno haciendo un camino. Para muchos aficionados Laredo se convirtió en un punto de visita obligado en vacaciones de Semana Santa y verano, casi tanto como lo es Berbes.

Y lo mismo que con Laredo y Berbes ha pasado y pasa con decenas de los yacimientos cercanos que conozco (y digo cercanos puesto que no soy de ir muy lejos a por minerales).

Este año ha tocado hacer un experimento aprovechando una época en la que la mayor parte de los mensajes en foros y redes sociales sobre minerales son preguntas sobre su identificación o fotos de muestras antiguas o muy difíciles de conseguir o extranjeras.

Me he dedicado a visitar algunos de los susodichos yacimientos cercanos sin hacer ninguna mención a los mismos en este blog o red social alguna.

Como era de esperar, las zarzas y maleza en algunos de ellos apenas dejaban ver el camino. Daba la sensación de que hacía décadas que no entraba nadie en ellos. Simplemente se habían pasado de moda porque en su día se hizo muy difícil encontrar piezas de interés en ellos o porque nadie hablaba de ellos. Donde lo habitual era encontrarse con algún otro aficionado ahora sólo había insectos, oscuridad y silencio.

Y lo más curioso es que en uno de ellos volví a encontrar piezas tan buenas o mejores que las que se habían visto con anterioridad, lo cual confirma mi teoría de que todos los yacimientos siempre vuelven a dar material de calidad proporcional a la ilusión y tesón del nuevo aficionado que lo abraza. De ahí la importancia de hacer afición entre los más jóvenes.

La identidad de las nuevas piezas aún tendrá que esperar muchos muchos meses antes de provocar otro efecto llamada, pero adelanto que dará que hablar. Y también adelanto que nadie sabrá nada de ellas hasta que llegue el momento.

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