Hace muchos años siendo crío solía ir con mi padre a la Plaza Nueva bilbaína. Allí cada domingo se reunían coleccionistas de calendarios, cromos, discos, libros, revistas, souvenirs soviéticos... y, por supuesto, de minerales y fósiles. Aún lo siguen haciendo, aunque ya no como antes. Pasaron a la historia los mineros que también estaban allí con su mesita y sus cuatro piedras del hierro para hacer feliz a un crío por 25 pesetas. Curiosamente, una de las mejores piezas que tengo de La Arboleda (una lepidocrocita dorada) costó eso en los ochenta.
Recuerdo como si fuera hoy que uno de esos domingos un vendedor de minerales que me vio mirando su puesto me recomendó comprar una analcima de Erandio (había varias en cajitas de 50 pesetas). Dijo que era un material novedoso y de mucho interés. Y así lo hice. Y ahí terminó mi historia con Erandio. Años más tarde descubrí que no sólo fue interesante la analcima de allí, sino otras muchas especies (calcita, amatista, barita...) de una calidad excepcional a nivel nacional. ¡Qué oportunidad perdí!
Afortunadamente, en mi colección se ha enmendado ese error con estas dos nuevas piezas que contienen cristales de hasta 1.5 cm. Bueno, en realidad la pieza más grande tiene un cristal de 2.5 cm, pero está por el otro lado así que no se ve.
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