Hoy 16 de agosto se cumplen 200 años del nacimiento de San Juan Bosco, fundador de los Salesianos a los que debo gran parte de lo que soy y de mi modo de enfocar la vida.
En una época en lo que lo cómodo es criticarlo todo (política, religión, multinacionales, etc.) desde el sofá sin hacer absolutamente nada por mejorar la situación, recordar lo que hizo este personaje me parece de lo más acertado.
Juan Bosco creció en una Italia repleta de huérfanos, analfabetos, enfermos, mutilados y pobres producto de guerras e injusticias como en tantos otros países europeos a principios del siglo XIX. Él también sufrió en sus propias carnes la pérdida de un padre, la pobreza y el hambre, pero su gran fuerza de voluntad y el tesón le dieron una educación y la posibilidad de estudiar Teología, Filosofía, Latín, Griego, etc., hasta llegar a hacerse cura.
Pensad que en la Italia de mediados del siglo XIX llena de pobres y analfabetos ser cura era el sueño de casi cualquiera ya que ello te aseguraba casa, paga vitalicia, poder y vida acomodada.
Sin embargo, Don Bosco eligió el camino difícil siguiendo el deseo de su madre, Mama Margarita, que le dijo que nunca entraría en su casa si éste llegaba a hacerse rico. Empezó a visitar las cárceles, las calles y los suburbios de Turín y reclutó un pequeño ejército de jóvenes y niños analfabetos, huérfanos, delincuentes y mutilados, que era justo lo que abundaba, nadie quería y menos nadie iba a reclamar. Y les ofreció educación, su amistad y su vida.
Por esos jóvenes Don Bosco mendigó ante Marquesas, Condes y Papas, pasó hambre, estuvo enfermo, edificó colegios, talleres y oratorios y recibió varios atentados contra su vida, pero al final logró hacer de ellos honrados ciudadanos y buenos cristianos.
Es el patrono de la formación profesional, la pedagogía, el cine y el ilusionismo porque los introdujo y desarrolló en sus talleres y oratorios para los jóvenes. El 31 de enero se celebra su fiesta grande y es por ello que en torno a esa fecha se celebran los premios Goya de cine.
Así que hoy doy gracias por haber recibido un Don Bosco un 16 de agosto de 1815 en el Piamonte italiano y pido muchos más como él para el bien de la humanidad en los siglos venideros.
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