Un coleccionista que reside muy cerca de los famosos yacimientos riojanos de pirita no tiene ni una de la susodicha en sus enormes vitrinas. Cuarzos espectaculares de Cornago para regalar, halitas enormes de Alcanadre para salar medio Cantábrico, yesos invisibles de Azagra para cegar a Superman. Pero ni una sola pirita.
Como hubiera hecho cualquier mortal en mi lugar pregunté la razón de tan notable ausencia. Y la respuesta tuvo su lógica: El origen era la abundancia y calidad tan tremendas del material en esa zona.
Vamos, que hay tanto y tan bueno que aún no ha encontrado la pieza que le haga decir: "Ésta sí merece estar en mi vitrina".
Yo soy mucho más modesto, y aunque los años en este mundo me han hecho mucho más selectivo, no llego a esos extremos.
Hoy presento una pieza de Navajún que espero mejorar en un futuro próximo. Son cinco cubos interpenetrados, los mayores alcanzan los 4 cm de arista, sin toques apreciables en ninguna de las aristas. Lo de apreciables lo digo porque las fotos en modo macro sacan defectos hasta en Pilar Rubio.
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