29 de octubre de 2013

La ficción supera la realidad

Muy de vez en cuando me lío la manta a la cabeza y me pongo a divagar sobre piedras y demás zarandajas, y mira por dónde hoy es uno de esos días: Voy a hablar sobre los minerales y la fotografía.

Si la memoria no me falla, las primeras cámaras compactas digitales al alcance casi de cualquiera empezaron a popularizarse a finales de los 90 cuando por unos 500 EUR tenías auténticas maravillas de 1 Megapíxel. Según reza la Wikipedia, en 1997 se ofrecieron las primeras cámaras fotográficas para consumidores de 1 Megapíxel y un año antes comenzaban a utilizar tarjetas de memoria CompactFlash.

No es casualidad que a finales de los 90 también empezaran a popularizarse las páginas web de minerales y fósiles de todo tipo (foros, portales, venta, luego blogs, etc.) que eclosionaban y florecían a la luz de la fotografía digital "asequible". Todo hijo de vecino que se aficionaba a sacar fotos de sus minerales las publicaba en Internet junto con pequeños manuales y cursos gratuitos de iluminación, soportes, fotografía macro, etc. Estaba comenzando una época gloriosa que sin duda iba a inmortalizar y arrojar un poco de luz al oscuro mundo mineral.

En la actualidad, es tal el volumen de fotografías de piedras que hay en Internet que es casi inmediato hacerse una idea del tipo de piezas que aparecen o aparecieron en infinidad de yacimientos: Especies, matriz, cristalizaciones, colores, tamaños, etc. Y no sólo de piezas, sino también de minas y canteras.

Una maravilla de la sociedad de la información sobre todo para aquel que empieza (aún recuerdo cuando mecanografiaba las fichas de mis minerales), pero no todo es positivo, al menos para mi. Me explico.

Una revista de gran difusión necesita vender ejemplares, y para ello utiliza todo tipo de reclamos que empiezan por lo primero que vemos: La portada. Por eso, en ella suelen aparecer los guapos y las guapas (a veces también los feos y las feas) casi siempre retocados y mejorados por el efecto Photoshop.

En esto de los minerales pasa algo parecido. El coleccionista que pone generosamente sus piezas a la vista del resto lo hace de la mejor manera que sabe y puede, pero a veces esa "mejor manera" ofrece involuntariamente una imagen distorsionada de la realidad en el cerebro del que la recibe.

De alguna manera, el coleccionista medio tiene en su cerebro una curva "calidad mineral" = f ("calidad fotográfica") que se ha ido creando con el tiempo y la experiencia. Cuando la calidad de una fotografía es excepcionalmente alta o baja (no se sigue la dependencia de f) se está dando una idea distorsionada de la calidad del mineral para la media de los coleccionistas.

Yo, que me considero un coleccionista muy del medio y del montón, me he topado en varias ocasiones con fotografías de minerales que superaban mucho la calidad de la pieza vista en persona. A partir de ese momento, creo que de manera involuntaria, para bien o para mal, mi cerebro antepone un filtro negativo a las fotos de ciertos autores.

¡Mira que es malo es el cerebro! :-)

Hacer magníficas fotografías está bien, pero fotografiar para reflejar la realidad lo más fielmente posible está mejor.

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