En la escuela nos enseñaron que a partir del rojo, el verde y el azul podíamos obtener el resto de los colores. Algunos pasamos horas entretenidos probando hasta qué punto era cierto eso.
Pues bien, este año los científicos y aficionados a los materiales (Físicos, Químicos, Geólogos, etc.) estamos de enhorabuena porque nos han entregado el premio Nobel de Física. Se premia la invención del LED de color azul, que aunque no tuvo la repercusión del transistor fue todo un logro.
A finales de los 60 ya existían los LEDs rojos y verdes, pero hasta el año 1993 no se consiguió inventar el azul completándose así el espectro visual. Ello fue posible tras un largo trabajo en crecimiento de cristales, teoría de semiconductores y Física de Estado Sólido de tres japoneses.
A estas alturas nadie necesita que le expliquen las bonanzas y virtudes del LED frente a otras alternativas de iluminación u otras aplicaciones (móviles, ordenadores, etc.). Así que, en mi opinión, por su alto grado práctico y contribución al enfriamiento global el premio recibido por Isamu Akasaki, Hiroshi Amano, y Shuji Nakamura es más que merecido.
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