Cuando uno con mi edad piensa en la Nochebuena es inevitable mirar a la infancia y entonces te vienen a la mente imágenes y sobre todo olores.
El olor de la casa vieja de la abuela con su cocina de hierro fundido fabricada en Bilbao. El olor a leña quemada en las frías calles de diciembre. El olor a decenas de comidas diferentes cuando paseas entre casas unas pocas horas antes de sentarse a cenar con tu familia.
Pero también me viene el grato recuerdo de calles vacías desde las que disfrutaba de la visión de las familias en sus casas preparando la cena, conversando apaciblemente o simplemente disfrutando de los adornos navideños.
Es una pena que se pierdan estos olores en una sociedad como la actual que cada vez prima más las reuniones multitudinarias en la calle, en los bares, en los cotillones de Nochebuena, Nochevieja, etc., y lo peor, que también ofrece pasar estas fiestas lejos del hogar en lujosos restaurantes o destinos paradisíacos.
A todos vosotros que seguís y sobre todo ayudáis a soportar este blog semana tras semana Feliz Olor de Navidad y Generoso 2015.
Nota: La postal es obra de Leire Válgoma Prieto (4 años)
24 de diciembre de 2014
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