Hace tiempo que no me voy por los cerros de Úbeda (Jaén) con reflexiones sin sentido sobre el mundo de los minerales que no interesan a nadie, pero hoy toca una sobre los supuestos magníficos minerales que hay en algunas colecciones.
Y es que siempre me ha hecho mucha gracia eso de ponerle nombre a las geodas, pero más gracia me ha hecho aún ponerle pedigrí a una pieza de mineral. Me refiero a decirle a una aguamarina sobre mica de Pakistán aguamarina de la colección Tumbú Slenko.
¡Toma ya!, decimos el resto de los pobres ignorantes: Una magnífica (mejor suprema) aguamarina de la colección Tumbú Slenko.
Si encima esa pieza pasó antes por un conocido dealer (como si no hubiera palabros en castellano) de talla mundial que la adquirió hace muuuuchas décadas por muuuuchos dólares y, además, se la vendió más tarde a Tumbú Slenko por muuuchos más dólares, pues nos dicen que es la mejor pieza del mundo y nos quedamos tan anchos.
Mi formación científica me hace escéptico por naturaleza y nadie me podrá convencer nunca de que una pieza con pedigrí es la mejor del mundo mundial en su especie y su yacimiento.
Afortunadamente, siembre habrá cientos de coleccionistas silenciosos que han visto naves en llamas más allá del cinturón de Orión.
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