Hace un año mentaba aquí las Croquetas (con mayúscula) de mi suegra y las comparaba con las de un afamado restaurante riojano. A diferencia de las de éste último, las mayúsculas son suaves, cremosas, jugosas y sobre todo muy pero que muy sabrosas. Un lujo que sólo disfrutamos unos pocos afortunados: Los que la conocemos.
Un año más viejo desde lo de las Croquetas, creo que es de justicia reconocer también las artes culinarias del marido de mi suegra, a la sazón mi suegro.
El susodicho es un excelente picador, y no de toros precisamente, sino de cebolleta, pimiento, lechuga, ajo, jamón, y todo lo que se interponga entre su dedo y el cuchillo. Es tan diestro y meticuloso en la ejecución de tan pesada tarea que podríamos ponerlo, sin duda, como referente de la nueva e innovadora nanococina.
Esta habilidad innata le ha permitido crear algunos pinchos excelentes tan finamente elaborados que en un bar o restaurante al uso serían claramente no rentables. ¡Gran suerte la de los que le conocemos!
Esta entrada se adorna con una de sus recientes creaciones. Un tomate relleno de verdura y marisco, que aunque no es obra única suya (también de su mujer), es un ejemplo y exponente claro de lo que la nueva nanococina aporta a la cocina contemporánea.
27 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario