Esta entrada es la culminación de la historia contada en "
El que la sigue la consigue" que, curiosamente y a pesar de no tener ni una sola imagen, ha sido una de las más leídas de los últimos meses quintuplicando la tasa media de lectura.
Y es que, tras una serie de sucesos totalmente fortuitos que voy a relatar a continuación, ahora puedo lucir en mi colección estas tres piezas para enseñar a las visitas:
- Un calcita Cumberland de la mina Julia (Bilbao) del año 1973 de 36x35 cm
- Una galena con ankerita de las Minas La Cruz (Linares) de 22x20 cm
- Una calcita sobre siderita del coto minero Lorenza (Abanto-Zierbena) de 9x8 cm con un cristal mayor de 5x4 cm (ver foto).
De todas ellas pondré fotos y descripciones en entradas posteriores. Sin embargo, aunque adelanto la fotografía de una de ellas (la más pequeña), ahora voy a la anécdota.
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Calcita sobre siderita, mina Elosua-Lorenza, Las Carreras, Abanto-Zierbena (Vizcaya), 9x8 cm |
Internet ha transformado completamente el mundo del coleccionista de minerales con un nuevo escenario cuyo telón para muchos de nosotros se abrió hace unos 20 años. Lo que antes se reducía a pequeños círculos cerrados de especialistas ahora está abierto al público en general gracias, sobre todo, a los buscadores. Google es una herramienta muy potente que permite pasar horas buscando información sobre minerales en general y también en particular. Desde hace años, cuando no tengo nada mejor que hacer, hago búsquedas y disfruto de las piezas de otros, de las mías propias y también investigo qué se cambia o vende. La historia de hoy va de esto último.
A mediados de septiembre de este año, tras llegar a una conocida página de venta de artículos de segunda mano, di con una serie de anuncios de minerales ubicados en Gran Canaria. Se trataba de una pieza enorme de calcita, otra de galena, una rosa del desierto y otras menores con descripciones muy escuetas y sin datos de los yacimientos. Las fotos no eran buenas pero me llamaron la atención dos cosas: La primera es que los más grandes se vendían como artículos de decoración (Ejemplar de 35 cm., decorativo y muy poco frecuente.), y la segunda es que la calcita enorme parecía nada menos que todo un clásico de la mina Julia (aunque por la foto bien podría haber sido de la Moscona, soñar es gratis). Como del anuncio no había manera de saber si estaban bien conservadas ni su procedencia exacta decidí utilizar las herramientas de la web y preguntar más detalles. Eso fue el 21 de septiembre.
Al día siguiente recibía una llamada desde Las Palmas del anunciante (geólogo de formación aunque sin grandes conocimientos de mineralogía topográfica ibérica) que me explicó la historia que había detrás de las piezas de las que él tampoco sabía gran cosa.
Éstas y otras muchas piezas pertenecieron a un buen amigo suyo de Jaén, también geólogo, que durante años trabajó sobre todo en minas del sur de la Península Ibérica (sin más datos) y que, por circunstancias de la vida acabó en Gran Canaria. Aparentemente, las piezas más que formar parte de una colección al uso parece que formaban parte de un conjunto de recuerdos de la carrera profesional de un geólogo de los de antes, es decir, de los que tuvieron la suerte de trabajar en minas españolas (estimo que años 1960-80). A la muerte del dueño de las piezas, como pasa en muchos casos, la familia se quiso deshacer de todo el material y en lugar de acabar en la basura pensaron en un buen amigo geólogo para que les diera salida.
La mayoría de las piezas más sensibles (fósiles por ejemplo) las acabó donando a diversos centros educativos de la Isla. Otras, las más pequeñas y manejables, se vendieron o regalaron entre estudiantes y curiosos para, seguramente, acabar decorando alguna estantería. El resto, las más grandes y menos manejables que nadie quería acabaron siendo ofrecidas como meros objetos decorativos en una web de venta de artículos de segunda mano a precios más que razonables. Ninguna tenía datos de año de recolección o mina de extracción y me quedó claro que el poco dinero que se sacara iría, obviamente, a la familia.
Yo le expliqué que con esos datos, las fotos y la breve descripción que me estaba dando de las piezas, la galena seguramente era de Linares (lo cual cuadraba con la zona donde su amigo había trabajado) y la calcita grande de la mina Julia en Bilbao (lo cual le desconcertaba un poco y no sabía explicarme cómo había llegado a él). También le pregunté por el estado general de las piezas que, en principio, era bueno sin cristales rotos ni toques importantes.
Y con todo decidí quedarme con las susodichas piezas. Fue gracioso cuando me preguntó en qué parte de Gran Canaria quedábamos para darme las piezas y yo le contesté que le estaba hablando desde Bilbao. Al final fue muy amable y accedió a empaquetarlas bien y ponerlas en correos para mi. El 28 de septiembre salieron de allí y el 2 de octubre ya las tenía listas para recoger en Correos: 2 paquetes azules de 18 kilos (calcita de mina Julia) y 8 kilos (galena de Linares más calcita de Abanto-Zierbena), respectivamente.
Contra todo pronóstico, las piezas llegaron en perfectas condiciones a pesar del peso y del largo viaje. Os podéis imaginar la cara que pusieron en casa cuando me vieron
aparecer con semejantes tronchos, sobre todo con la calcita XXXL de la
mina Julia. Sin embargo, no hubo demasiadas quejas puesto que superaban con mucho las expectativas que tenía en cuanto a calidad y estado de conservación.
Se podría decir de manera jocosa que tras más de 40 años de ausencia las había devuelto sanas y salvas al hogar (La Península) salvadas de acabar en un jardín o pecera. Y aunque son demasiado grandes para mi, en ocasiones uno se ve obligado a hacer excepciones ;-)