Quien más quien menos tiene algún yacimiento de minerales famosete a unos cientos de kilómetros de casa. Yo no digo que dicho yacimiento sea de fácil acceso ni una pecera donde coger salmones de 20 kilos sin trabajar, sino que probablemente tiene cerca un yacimiento de los de renombre que aún proporciona buenas piezas.
Por aquí en la zona norte son muy sonados Berbes y La Collada, Laredo, Langre, etc. Por otras zonas están Eugi, A Franqueria, Segorbe, Navajún, Hornachuelos, Alkiza, Arneva, yacimientos varios en Murcia, Riotinto, Tarna, Pantoja, Agaete, etc.
Son tantos y tan famosos que cuando nos vamos de vacaciones o de fin de semana a algún pueblo o ciudad, el lugar anotar el último *** Michelín de la zona, preferimos buscar un hueco para echarnos de cabeza a las piedras. Vamos, que gustamos más de meternos una paliza de tres horas en coche para pasar un duro día de trabajo que de degustar una suculenta tortilla deconstruida. Ojo que no tengo nada que objetar, todo lo contrario yo soy el primero en pecar, pero lo más triste es que la mayor parte de esas veces nos volvemos a casa con poca cosa que merezca un sitio en la vitrina.
Y es que los que realmente encuentran el material bueno en aquellos yacimientos son los que viven relativamente cerca y pueden llegarse con cierta frecuencia. Las visitas esporádicas dan muy poco fruto. Hace falta mucho tiempo para conocer el yacimiento, las diferentes zonas de la mina y descubrir otras nuevas siguiendo las pistas e indicios de las conocidas.
Por eso, en mi opinión, muchas veces para sacar buen material es mejor jugar los partidos en casa y después intercambiarlo con otros coleccionistas que también juegan y ganan muchos partidos en su casa.
Que no digo que no haya que visitar yacimientos de manera esporádica, pero cuando lo hacemos es preferible conocer a la gente que va a menudo a ellos, intercambiarles las piezas buenas y sacarse buenas fotos con y de los mismos.
Colección Borja Sainz de Baranda
Hace 10 horas