El crowdfunding no es un invento nuevo. El lugar donde trabajo fue fruto de las donaciones de benefactoras y benefactores que durante finales del siglo XIX y principios del XX donaron recursos procedentes fundamentalmente de las minería e industria vizcaínas.
En el túnel de entrada del susodicho hospital se pueden leer los nombres de las decenas de donantes y sus donaciones. Elementos tan curiosos como "camas a perpetuidad" o "agujas de radio" figuran entre las dádivas.
Me resulta la mar de divertido reconocer en las ya centenarias placas de mármol nombres asociados a las minas que suelo visitar. Este es el caso, por ejemplo, de Otto Kreizner, un industrial alemán de cuya historia ya mencioné algo en una entrada sobre el Pozo Gerente-Coto Lorenza.
Identificar y estudiar cada uno de estos benefactores mineros sería un bonito trabajo para un historiador.
Colección Borja Sainz de Baranda
Hace 12 horas
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