Cuando uno tiene un padre soldador con un hijo muy pesado como yo, consigue que le haga artefactos (aún por casa 40 años después) como los de la fotografía.
En mi adolescencia se pusieron muy de moda las películas de kárate (arte que llegué a practicar hasta el marrón), judo y de ninjas. Al verlas uno se emocionaba pretendiendo hacer lo mismo que veía en ellas como, por ejemplo, que los ninjas lanzando sus shurikenes.
Y de ahí que mi padre me construyera los susodichos artefactos que, afortunadamente, nunca llegaron a funcionar tan bien como los de las películas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario